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viernes, 25 de octubre de 2013

El primer suelo fotovoltaico transitable del mundo lleva sello 'made in Spain'

El primer suelo fotovoltaico transitable del mundo lleva sello made in Spain
La Universidad George Washington de Estados Unidos cuenta ya con el primer suelo fotovoltaico transitable del mundo. La tecnología ha sido desarrollada y producida por la empresa abulense Onyx Solar. El primer suelo fotovoltaico transitable se sitúa en el denominado Solar Walk de la Universidad en Ashburn (Virginia), un camino que une dos de los edificios del campus de ciencia y tecnología y que es pionero en la incorporación de soluciones solares innovadoras. 
Onyx Solar, una compañía creada en 2009 y especializada en la integración fotovoltaica en edificios, ha desarrollado e instalado este suelo. Formado por 27 baldosas antideslizantes de vidrio fotovoltaico (situadas nueve a lo largo y tres a lo ancho, con un tamaño de 60 por 60 centímetros cada una), ocupa una superficie total de diez metros cuadrados. 
Las baldosas semitransparentes (aunque Onyx las fabrica también en distintos colores) que conforman este pavimento convierten la radiación solar en energía gracias al uso de semiconductores; generan una potencia total instalada de 400 Wp, que alimenta los 450 puntos de LED que retroiluminan las baldosas, también fabricadas en España. Los mosaicos se iluminan con la luz solar, pero el sistema se puede programar para iluminarse cuando no recibe suficiente claridad. No es primer proyecto de Onyx Solar en Estados Unidos. En septiembre, finalizó la instalación del mayor lucernario fotovoltaico, situado en la nueva sede que la multinacional farmacéutica suiza Novartis tiene en Nueva Jersey. El doble lucernario ocupa 2.500 metros cuadrados, que generará más de 270.000 kWh/anuales de energía limpia, el equivalente a la iluminación de más de 600 casas.

jueves, 17 de octubre de 2013

Iluminació sense electricitat durant el dia


La pereta dels pobres que triomfa en suburbis de tot el planeta. A veure qui diu que açò no és enginyeria....




Alfredo Moser es un mecánico brasileño que tuvo una idea especialmente brillante en el año 2002, después de sufrir uno de los frecuentes apagones que afectaban a Uberaba, la ciudad en la que vive al sur de Brasil.


Cansado de los fallos eléctricos, Moser empezó a jugar con la idea de la refracción de la luz solar en el agua y al poco tiempo había inventado la bombilla de los pobres. El ingenio es sencillo y al alcance de cualquiera: una botella de plástico de dos litros llena de agua a la que se añade algo de lejía para preservarla de las algas. La botella se coloca en un agujero del tejado y se ajusta con resina de poliéster.


¿El resultado? Iluminación gratuita y ecológica durante el día, especialmente útil para chabolas y construcciones precarias que apenas tienen ventanas.


En función de la intensidad del sol, la potencia de estas bombillas artesanales oscila entre los 40 y los 60 vatios. “Es una luz divina. Dios hizo el sol para todos y su luz es para todos”, señala Moser en declaraciones a la BBC. “No te cuesta un céntimo y es imposible electrocutarse”.


Pese a que el inventor consigue unos pequeños ingresos instalando botellas en casas y comercios locales, su idea no le ha hecho rico, ni tampoco lo ha pretendido.


Lo que sí tiene es una gran sensación de orgullo: “Conozco a un hombre que instaló las botellas y en un mes había ahorrado lo suficiente como para comprar bienes básicos para su hijo recién nacido”, comenta satisfecho.


Una idea que se ha extendido por todo el planeta


Pero la ingeniosa bombilla no se ha quedado en Uberaba. En los dos últimos años el invento ha experimentado una gran expansión en todo el planeta.


Por ejemplo, la Fundación MyShelter (Mi refugio) en las islas Filipinas, ha abrazado con entusiasmo la idea. MyShelter se especializa en construcciones alternativas utilizando materiales como bambú, neumáticos o papel.